martes

CARMELA FIORENZA



Carmela Fiorenza (o Carmen Firenza) tenía diecisiete o dieciocho años en 1904 y vivía junto con sus padres en Padilla 2151; era la única hija de un matrimonio italiano compuesto por el Sr Fiorenza y su esposa Liboria Entorci. Tanto Carmela como su madre eran obreras de una fábrica, el padre era inválido. 
Hacia el mes de junio del mencionado año un tal Miguel Scudero, quien decía tener serias intenciones, obtuvo permiso para visitar a Carmela en su casa. Scudero tenía veinticinco años, era italiano (de Palermo), vivía en Gurruchaga 30 y trabajaba como farolero del alumbrado público. Durante las visitas, Scudero conversaba con la joven en la habitación de ella, siempre bajo la atenta mirada de los padres. En realidad Scudero era un falso pretendiente, porque era casado y fingía ser soltero, esta circunstancia era desconocida por Carmela y sus padres.
Las visitas de Scudero eran constantes hasta que un día le habría propuesto a la joven que huyera con él del hogar yéndose a vivir en su compañía a lo que Carmela, una muchacha honesta y decente, se negó, se dijo que no se atrevió a decir esto último a sus padres para no darles un disgusto. Entonces Scudero decidió pedirla en matrimonio a lo cual la madre le solicitó trajera una constancia de su pueblo donde constara que era soltero. 
Un día los padres descubrieron que era casado y le prohibieron la entrada en la casa. Carmela se mantuvo firme  y dispuesta a no ceder ante lo ilícito, ya que ante otro pedido de Scudero que se fugaran juntos ella lo volvió a rechazar.
Sería en este momento cuando Scudero urdió su siniestro plan.
El domingo 4 de septiembre, a las siete de la tarde,  se presentó en la casa de Carmela y pidió hablar con ella... los padres se sentaron en un rincón de la pieza como siempre. Tras un momento de conversación la madre dijo que su hija no se casaría con él a lo cual el falso pretendiente pidió se le devolviera un prendedor que le había regalado a Carmela. 
Preso de la ira, Scudero apagó la luz, sacó un revolver y disparó cinco tiros a la joven, dos de los cuales dieron en el blanco (uno en el pecho y otro en el vientre), cuando se le terminaron los proyectiles desenvainó un puñal y le dio siete puñaladas, tan violentas que el puñal llegó a partirse dentro del cuerpo de Carmela. Ese puñal, era nuevo y tenía hecho un segundo filo, lo había hecho afilar por un tal Antonio Foma el día anterior, es decir que Scudero fue a la casa de Carmela con sus intenciones bien claras.
Scudero se dio a la fuga (olvidando el sombrero en la casa), los padres gritaban y algunos vecinos lograron seguirlo y atraparlo. Fue detenido por el agente Ramón Arias de la Comisaria 31º.
Mientras tanto, el Comisario Franco, fue al lugar del hecho e hizo llevar a Carmela, que seguía con vida, al Hospital San Roque donde falleció a causa de las hemorragias internas a las tres de la madrugada del 5 de septiembre de 1904.
Mientras tanto, el criminal, en la declaración indagatoria realizada ante el Dr Constanzó y tomada por el secretario Consiglieri, negaba haber cometido el hecho, alegó incluso haber sido agredido por la madre de Carmela y que durante la lucha se había caído la lámpara. En cuanto a los disparos primero los negó y luego dijo haberlos hecho sin querer herir a nadie con el fin de intimidar a la anciana. Por supuesto era falso que la madre de Carmela hubiera intentado agredirlo.
El padre de Carmela murió de pena poco después de este trágico suceso.
El Juez Dr  Madero condenó a muerte al asesino. Su pena fue conmutada a 25 años de presidio en julio de 1906 por el Presidente José Figueroa Alcorta.



sábado

EXTRAÑAS CARTAS EN 1872



Circuló en la ciudad de Buenos Aires, allá por 1870 o 1871, un folleto titulado Causa de Andrés Irigoyen que narraba las actividades delictivas de un barcelonés y parece que este folleto le dio ideas a algunos…

En 1871 un vecino de la Boca del Riachuelo recibió una extraña cartita donde le decían que iban a matarle a su hijo si no depositaba cierta cantidad de dinero en un paraje que le indicaban. La carta llevaba como firma las parabras Juramento di morti acompañadas de pequeñas cruces. De inmediato el hombre avisó al comisario Biedma, a cargo de la zona por ese entonces, y lograron atrapar a quien fue a buscar el dinero.

Pero eso no quedó allí. En marzo de 1872 los Dres La Rosa, Peron y Fluguerto recibieron artas parecidas, se les ordenaba que el día 15, a las ocho de la noche, colocaran en el inodoro de la plaza 25 de Mayo diez mil pesos cada uno, dentro de una botella, bajo amenaza de muerte. Reproducimos el texto recibido por el Dr Fluguerto y que lleva fecha 12 de marzo de 1872:

Muy señor nuestro: Estrañará la lectura de esta pero la medita la bida escabrosa de algunos pronto se combencerá que para estos no ay nada imposible, porque asi como unos forman grandes sociedades con sus capitales emprenden colosales empresas, otros tan solo con su decisión y sangre fría también pueden llebar acabo las que se forman en su pues bien: nosotros también estamos en sociedad bajo un solemne juramento de llebar a cabo lo que se proponga; por lo tanto emos pensado que V. como hombre de brillante carrera y posición nos puede dar diez mil pesos para atender á lo que precisamos: y para que nosotros recibamos estos diez mil pesos es necesario los ponga adentro de una botella y bien tapada la lleva el dia 15 del presente mes á las 8 de la noche al sumidero de la plaza 25 de Mayo y la deja en el suelo junto al Bujero que se orina, que uno de nosotros iremos a rrecojerla. En la intelijencia que de no hacerlo así, cuente que no está seguro ni en el sagrario porque aunque sea en la iglesia lo degollamos a V. ó al primero que beamos de su casa, usté no sabe quien somos nosotros y nosotros sabemos quien es V. y el dia que menos piense le hará el saludo con puñal y rebolber, y esto no lo tome abroma que si para el citado dia no manda los diez mil pesos en la forma en que le decimos entonces ba a ber  una cosa linda el dia que menos piense recuerde que suceden algunos asesinatos y muchas veces se ignora el orijen que amotibado, y muchas veces suele ser por cosas de esta naturaleza que por no dar una Friolera caen en el laso el dia que menos piensan porque el leal no biba hasta que quiere el traydor, y de esto no de parte ni lo diga anadie porque entonces no se libra aunque dase un millón, en fin, X. sabe lo que mas le conviene nosotros ya lo tenemos todo prebisto á todo lo malo si da parte, pueden agarrar al que baya por la botella, pero entonces los hotros cumplirán el juramento.
Suyo

Antonio Solis (y compañeros) 

Los tres fueron a la policía y el Jefe dio instrucciones a los comisarios Wright, Agrelo y González para que actuaran en el caso. El Dr Peron, siguiendo indicaciones policiales, dejó la botella en el lugar indicado. Atraparon a un tal Antonio Bertinti, un sastre domiciliado en Corrientes 56, quien fue al lugar y sacó la botella.
Bertinti dijo que nada tenía que ver con todo eso y que simplemente tomó la botella por casualidad, por haberla encontrado y sin saber su contenido.
Parece que no se supo más nada del caso…

Guada Aballe

Fuente: La Revista de Policía, 1 de abril de 1872.

domingo

LA OCURRENCIA DE BENJAMIN VILLALOBOS



En su edición del 14 de abril de 1900 la revista Caras y Caretas publicó un reportaje sobre el fusilamiento de Cayetano Grossi. Ilustró su informe con una variada serie de fotografías de la ejecución, en las cuales podían apreciarse todos los detalles: Grossi en capilla, la descarga, el tiro de gracia, etc. Las fotografías parecían ser de una autenticidad pasmosa y habrán dejado boquiabiertos a más de uno.
Pero el hecho que los lectores desconocían es que todo fue una puesta en escena, una especie de “cuento del tío” periodístico.
¿Qué es lo que había ocurrido?
Por aquellos días un joven llamado Benjamín Villalobos se había incorporado al plantel de Caras y Caretas como periodista. Como diríamos en lenguaje coloquial, recién empezaba. El gobernador de la Penitenciaría, lugar donde iba a tener lugar la ejecución, había negado todo permiso para tomar fotografías del fusilamiento. Se le ocurrió a Villalobos (a él solito, nadie lo había mandado) obtener la nota gráfica de la ejecución de Cayetano Grossi y acompañado por un fotógrafo se dirigió a la Penitenciaría.
Logró distraer al centinela y tanto Villalobos como su acompañante consigueron entrar pero el fusilamiento ya había tenido lugar. Fotógrafo y reporter estaban decididos a irse cuando a Villalobos se le ocurrió una insólita idea: recrear toda la escena del fusilamiento y tomar él mismo el lugar de Grossi.
Para ello, habló con el padre Macceo y con el Teniente Rosa Bustos (quien estuvo a cargo del piquete de fusilamiento). Villalobos debía ser alguien que sabía persuadir porque la realidad es que los convenció a ambos de prestarse al simulacro.
Y así ocurrió que media hora después Villalobos se “hizo fusilar” con tiro de gracia y todo. En síntesis, recrearon todas las etapas del fusilamiento con Villalobos reemplazando a Grossi. También se tomaron el trabajo de tomarle una fotografía al rostro real de Grossi para poder hacer luego un montaje: al rostro de Villalobos lo reemplazaron con el de Grossi en algunas fotos.
Y así fue que Caras y Caretas tuvo su gran exclusiva de las fotos.
¿Y cómo nos enteramos nosotros de la trampa? ¿Qué pruebas tenemos?
Benjamín Villalobos hizo carrera en el periodismo de entonces, con los años llegó a dirigir su propia revista, Papel y Tinta. Es en un ejemplar de Papel y Tinta donde se cuenta el truco que había hecho su director cuando era un simple reporter en Caras y Caretas. La nota salió el 17 de octubre de 1907, la firma Severiano Lorente y publicó fotos sin montaje del día aquel en que Villalobos tomó el lugar de Cayetano Grossi para su exclusiva periodística.
La foto publicada por Caras y Caretas con el rostro de Grossi colocado por montaje.
Fotografía auténtica, sin montaje, publicada por Papel y Tinta siete años después.



Guada Aballe.

lunes

CLARA FIGUEROA ALCORTA Y LA CASA DEL CANILLITA



“Proteger asistir y preservar, moral y materialmente, a los menores vendedores de diarios y periódicos, llegando su asistencia cuando lo consideren necesario hasta las familias de los mismos”
Del estatuto de la Casa del Canillita.

No fue fundada por ella, sino por un grupo selecto de damas de la sociedad argentina en 1929, pero un día Clara Figueroa Alcorta, hija del ex primer mandatario argentino, se hizo cargo de la presidencia de la Casa del Canillita
Clara seguro contribuyó a que fuera una de las obras de asistencia social más importantes de la época. La Casa del Canillita funcionaba en Lavalle 1664 y podemos decir que era completa. Brindaban su ayuda a los vendedores de diarios, entre ocho y dieciséis años, gran parte de ellos de familias carenciadas.
¿De dónde obtenía la Casa sus ingresos? De cuotas de socios, beneficios, colectas autorizadas, donaciones, subvenciones, intereses del capital social…y lo invertían en pagar el alquiler de la casa, los empleados, algunos profesores, la ayuda que brindaban a los canillitas en diferentes maneras.
La formación que les daban era integral: mecanografía, aritmética, ortografía, lectura, escritura, historia, dibujo, inglés, taquigrafía, gimnasia, música, carpintería y mimbrería. Más de uno aprendió allí a leer. Y no sólo eso; se les prestaba libros, les daban conferencias, les conseguían empleos o los ayudaban a entrar a algún instituto para aprender un oficio.
Cada día almorzaban y merendaban allí más de cien chicos. El almuerzo consistía generalmente en sopa, y otros dos platos. Por supuesto fruta. Y de merienda, te, leche, pan y manteca. Solo los que podían pagaban por ello una irrisoria suma en centavos, el sentido de cobrar esa suma tan chica era crearles el sano concepto de la obligación y acostumbrarlos al ahorro, porque ese dinero se invertía en ellos mismos después o en los demás, en quien menos podía. Se incentivaba así la solidaridad y el sentido de la ayuda al que menos tiene. Por supuesto que quien no podía pagar almorzaba y merendaba de manera gratuita.
No era raro que en Navidad se les diera un chocolate.
Para inculcar los hábitos de higiene instalaron baños con agua fría y caliente. Se los proveía de ropa a precios simbólicos, irrisorios y de manera gratuita a los necesitados. La Casa contaba también con consultorios médicos y odontológicos que funcionaban día por medio, se hacían cargo de la salud e inclusive de la internación hospitalaria si el caso lo requería. Tanto vestimenta como atención médica les daban no solo a los canillitas sino también a las familias de esos niños o jóvenes (una comisión de damas visitaba las casa para relevar necesidades y socorrerlas). Para Navidad y Reyes no era raro que repartieran golosinas y juguetes entre los hermanos de los canillitas.
En el verano alquilaban una casa en Ituzaingó donde llevaban a los chicos en colonia de vacaciones durante veinte días, en turnos de cuarenta chicos por vez, prioridad tenían los más débiles. Allí, en la colonia, tenían distintas actividades de recreación al aire libre: desde plantar árboles o jugar fútbol porque tenían equipos organizados.
En la Casa no dudaban en luchar con la misma justicia si por alguna “travesura” alguno de los chicos caía preso. No estaban de acuerdo con que enviaran a un chico bueno a un sitio con delincuentes y por ello le disputaban a la ley el chico “¡Es un canillita!", decía Sara Quiroga, la vicepresidente, “¡No puede ser malo, quien trabajando gana su vida y a veces la de los suyos!”. En general no eran de portarse mal en la Casa, pero si alguno lo hacía no estilaban castigarlo sino llevarlo a ver su error a través de la reflexión.
La vicepresidente, Sara Quiroga, era  una especie de alma mater de la Casa, una mujer muy querida y dedicada a los canillitas a quien ellos cariñosamente llamaban Sarita. Y tras todo aquello el impulso de Clara, y no solo ella, sino el de su padre, el Dr José Figueroa Alcorta, quien estaba también detrás de todo esto. Lo sabemos no porque él lo haya hecho público, sino porque en ocasión del fallecimiento del ex presidente en diciembre de 1931, Sara Quiroga le escribió a Clara en su nota de pésame: “esta Comisión tenía para con él, una deuda de gratitud y de reconocimiento, pues supo abrir un breve paréntesis a las altas funciones judiciales que ejercía con eficacia singular poniendo a su servicio la valiosa contribución de su vasta ilustración, de su talento y de su probidad intelectual y moral, para dignarse visitar nuestra casa e interesarse de cerca en nuestra tarea y en nuestra obra”

Guada Aballe.

                                               Dr Figueroa Alcorta

domingo

MARIA RAVETINA DE GODANO



Esta es la semblanza de una mujer trabajadora y valiente, uno de esos ejemplos que desgraciadamente se pierden en las brumas de la Historia. Para ella nunca hubo una tapa de revista, tampoco un volumen dedicado a su biografía, ni calle alguna lleva su nombre. Salvo un reportaje realizado por la revista Fray Mocho en 1913. De no ser por él, jamás sabríamos quien fue María Ravetina de Godano.
Había nacido en Génova hacia 1822, en la campaña. Con su familia comían castañas a la mañana, a la tarde, a la noche…siempre castañas…pero eran felices.
Un día escucharon cosas sobre un lejano país llamado Argentina. Cosas tentadoras. Por ejemplo que en las calles argentinas se encontraba el oro por las calles. Y se vinieron nomás.
Llegaron para 1871 para la época de la fiebre amarilla, “cuando la quente caía a la calle come pacaritos” según recordaba María-
Y desde que llegó María tuvo que trabajar como lavandera. Trabajar y trabajar. Y a los noventa y un años seguía lavando ropa. “Mecor stábamo allá”, decía María porque desde que llegaron “somo trabacando a la tina”.


Noventa y un años y en su casa limpia, blanca y reluciente, de Albarracín al 1700, seguía inclinada frente a la tina. Tenía hija pero poco podían ayudarla porque “siendo más coven que yo, es sen embargo, más vieca” y que a la hora de enhebrar “l’aúcas” lo tenía que hacer ella, que no usaba anteojos, en cambio la hija “ha perdido los ocos..In cambio yo, vedo de aquí a los corales viecos”.
Yerno y nieto habían perdido el “trabaco”, eran cocheros y el coche “ya no lo toma ni los peros, cun tanto del tomóvil que hay a Bueno Sarie”. Y así María trabajaba desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la tarde, el trabajo no le faltaba y muchos clientes eran gente rica que le habían prometido intervenir para darle una ayuda. Pero para María, si bien reconocía que una ayudita no les vendría mal, la felicidad pasaba por otro lado, por el hecho que su familia sea sana. “Yo nunca soy teñido un dolor de testa a mi vida”. Y con alegría contaba que su tataranieto Juancito Maresco de dos meses era sano y no lloraba nunca.
Su familia era su mayor tesoro. Conozcámosla y quien sabe si alguno de los lectores es descendiente suyo sin saberlo:
-hija:Antonia Godano de Marzari
-nietos: María Marzari de Pacci, José Marzari, Carmen Marzari de Satollani, Enrique Marzari
-esposo de su nieta Carmen: Pascual Satollani
-bisnieta: Teresa Pacci de Maresco, Carmen y Magdalena Pacci
 -tataranietos: Juancito Maresco,


Guada Aballe

miércoles

EL TRISTE FIN DE ROMERO DAWIS




Geronimo Penaguino llegó a Buenos Aires proveniente de Milán el 23 de mayo de 1906 y en nuestras tierras se hizo conocido bajo el nombre de Romero Dawis como ciclista acróbata.
Trabajaba en el Velódromo de Palermo, donde se hizo famoso por realizar la peligrosa acrobacia en bicicleta llamada “salto de la muerte” o “salto del abismo”. Consistía esta nada recomendable prueba en lanzarse desde un plano con la bicicleta, saltar al vacío y caer en otra tabla. 
Dawis frente al "salto del abismo"
Dawis no era el único en exponer su vida con acrobacias peligrosas: a comienzos de 1907 otro ciclista; Stoekell, más conocido como Mephisto, desarrollaba en el circo Buckingham Palace el Looping the Loop, peligrosísima acrobacia donde el ciclista se lanzaba desde un plano con una bicicleta de pedales fijos, hasta dar una vuelta completa en un círculo suspendido a veinticinco metros de altura. En Europa la práctica del Looping the Loop se había cobrado varias vidas.
Se cruzaron cartas de desafío entre el campeón del Looping the Loop y Romero Dawis. Surgió una apuesta: Dawis realizaría el Looping the Loop cinco veces y si lo lograba se haría acreedor a cinco mil pesos moneda nacional. Una verdadera fortuna en aquel tiempo.
Se anunció el gran espectáculo para el 12 de enero de 1907 por la noche en el Buckingham Palace. Lo que el público no sabía es que Dawis se iba a arrojar a esa prueba sin previo ensayo. No conocía la acrobacia y tampoco pudo ejercitar prácticas previas.
Aquella noche el lugar estaba lleno. Tras Mephisto desarrollar el Looping the Loop era el turno de Dawis hacerlo. Eran las doce de la noche y Ramón Fernández lanzó desde el punto de partida la bicicleta de Dawis. Esté se mostró sonriente, mirando y saludando al público, pero al llegar a la cúspide del círculo, momento en que quedó cabeza abajo, perdió serenidad y salió por los aires. Dawis golpeó contra la planchada, rebotó y cayó al suelo. 
El Looping the Loop y el lugar donde cayó Dawis

La gente comenzó a gritar, hubo desmayos y protestas. Corridas y atropellos. Unos cuantos fueron a auxiliar a Dawis. A las doce y cuarto se llamó a la Asistencia Pública quien acudió de inmediato…pero no hubo nada que hacer, Dawis había muerto de manera instantánea. Tenía veintiséis años.
Se abrió investigación a cargo del juez Gallegos. Este expresó que “resulta probado que la muerte de Dawis se debe a su propia imprudencia, al ejercitar un ejercicio para el desconocido”, que las consecuencias estaban previstas tanto por su adversario Stoekell como por él mismo y el empresario del Buckingham Palace, a quien Dawis desligó por contrato de las consecuencias fatales que pudieran resultar del ejercicio. También opinó el juez que “este hecho ha podido y debido evitarse por las autoridades municipales”.
Estado en que quedó la bicicleta

domingo

UN ROMANCE EN EL CENTENARIO

María Eugenia Alsina fue maestra y había nacido un 3 de septiembre de 1886. Era hija de don Juan Alsina y tenía dos hermanas: Carmen y Lolita.
Arturo Lancelle nació el 1 de marzo de 1882, sus padres se llamaron Federico y Gumersinda, sus hermanos Emma, Federico, Albina, Máximo, Mercedes, Victoria, Gumersinda.
¿María Alsina?
Esto no tendría nada de particular a no ser que en un momento de 1905 María Alsina y Arturo Lancelle se conocieron. Y se enamoraron. E iniciaron un intercambio de postales que no se interrumpió hasta 1911. Postales que hoy nos cuentan sus amores, esperanzas, sufrimientos y anhelos.

¿Arturo Lancelle? 




Hacia 1906 ambos vivían en Corrientes. De tanto en tanto María iba con su familia a Paso de la Patria. Arturo extrañaba: “Tu recuerdo querida María, me llena el alma de dulce arrobamiento, y amengua el tedio de los largos y tristes días que faltan a tu venida” (4 de mayo de 1906). María estaba tan linda una tarde, que, al pasar al lado de él, todo el ser de Arturo se prosternó para adorarla en muda contemplación. Había una barrera mundana que los separaba pero no había que hacerle caso, decía Arturo ¿Cuál sería? ¿Posición social?




A lo largo de su relación Arturo solía firmar como “tu negro”. Para él, el beso de amor era el aliciente que mantenía a su alma, que por supuesto pertenecía a María. “Te abraza y te besa tu negrito que te adora” (31 de noviembre de 1906). María también enviaba postales para demostrar que siempre su pensamiento estaba fijo en él.
Arturo decía: “¿Quién será capaz de cortar el lazo cariñoso de amor que nos une, alimentado a fuerza de caricias, tristezas, alegrías, dolores, besos riquísimos, dulces y amargos recuerdos, y todo cuanto hace amar la vida?” (15 de febrero de 1907).
La pareja tuvo sus altos y bajos como toda relación. El 27 de febrero de 1907 María había llegado sin avisarle y le prohibió a su enamorado que fuese a verla, pero él no se acobardó: “iré no obstante y escondido te he de mirar”. La “ingrata María”, como la llamaba, le desgarraba el alma con sus desdenes. Pero luego todo volvía a ser como antes.


María lo amaba: “que dicha sentía mi alma, Arturo, cuando tus labios se entreabrieron para significarme sonriente lo que tu corazón sentía”…”desde ese momento, mi vida está íntimamente unida a la tuya, mi alma a tu alma, que gustosa renunciaría a todo el  mundo por un solo beso, por una sola caricia tuya” (20 de agosto de 1907) Para el enamorado Arturo el perfume virginal del alma de María era mucho más puro que el de las flores.
El amor de él, salvaje, fuerte, inmutable, suave, tranquilo, sufría celos cuando ella se apartaba de él. Deseaba que su amor, que tan desgraciado había sido, fuera algún día coronado con el soñado anhelo aunque el mundo se opusiera. Debían casarse algún día.
Tal vez hacia fines de 1907 los Alsina se instalaron en Paso de la Patria. Arturo iba de tanto en tanto a ver a María y pasaba algunos días en la mencionada localidad.
La relación fue afianzando. Vemos preocupación de Arturo por la salud del padre de ella.
Algunas sombras amenazaban con perturbar el amor de los jóvenes. María llegó a creer que el olvido y la indiferencia se habían apoderado de Arturo: “¿Hiciste lo que me prometiste la última vez? Yo creo que me has engañado nuevamente”. Pensaba María que no se portaba con ella como antes: “Cuando no venías me hacías decir algo pero hoy sin que yo no te escriba primero, no tienes la cortesía de escribirme dos palabras. Como se cambia con el tiempo! no? Yo día a día estoy más decepcionada de tu proceder i de tu desamor. Yo siempre fui buena y hasta desprecié a 3 personas por vos i así es como me pagas. Pero en fin cuando vengas arreglaremos o desarreglaremos de una vez” (14 de octubre de 1908). La respuesta de Arturo no se hizo esperar: “Mala es la mujer que no tiene amor”. Pero esto fue solo un chaparrón en el cielo diáfano del romance. Todo siguió igual. O mejor.
Arturo seguía sin contento ni luz si estaba lejos de ella. Seguía sintiendo congojas y celos en ausencia de su amada.


Una enfermedad de María desesperó a Arturo, “poco faltó para que te quedaras sin tu gorda” (marzo de 1909), ella no podía tenerse en pie ni un cuarto de hora.  Arturo le mandó remedios pero María creía que la única manera de mejorar era verlo diariamente. En abril de 1909 la joven estaba feliz porque con el triunfo obtenido “en la política actual” Arturo quizás podía conseguir algo que mejorara su condición: “Estoy tan contenta que quisiera llenarte de besos me parece que es el comienzo de nuestra felicidad” (29 de abril de 1909). María esperaba ansiosa que llegara el 25 de mayo para verlo e iba a aprovechar para darle “a escondidas muchos besos”. Aún así, Arturo se quejaba que sufría el desamparo del amor y recibía hiel en pago.
Así pasaba el tiempo y Arturo fortalecía su vínculo con la familia de María Alsina. En octubre de 1909 pensaba llevar en su próxima visita a Paso de la Patria placas de vacunas para ellos, debido a la viruela. Se preguntaba si en la escuela tendrían lanceta. En diciembre María recibió por vapor un piano, tarjetas, métodos, un quinto de lotería. (todos envíos de Arturo). Su hermana Carmen quería saber el precio de las tarjetas mientras que la otra hermana, Lolita, quería que Arturo le enviara hacer unas veinticinco tarjetas para saludos de Año Nuevo.

Seguía afianzándose la relación con la familia. El 6 de enero de 1910 Arturo le envió a don Juan frascos de Iperbiotina (Iperbiotina Malesci, famoso tónico de la época) y a María dos pantallitas. A la semana envió Días de la semana y Cuando el amor muere para Carmen y La viuda alegre a María.
El amor de Arturo hacia la “dulce y pura María” seguía igual. Lo mismo ella, quien envió estos versos a Arturo:
“Amo a unos ojos negros, seductores

Con inmensa profunda idolatría

Ellos son el ideal de mis amores

El ídolo que adora el alma mía” (1 de marzo de 1910)
María y su padre le enviaron a Arturo un alfiler de corbata para que lo usara diariamente cuando fuera a la oficina pero María le hizo hincapié que no fuera “a otro dueño o dueña” porque se iba a enojar con él, ya que la última vez que Arturo había estado en Paso de la Patria había dicho que nada le duraba mucho tiempo en su poder, ya que daba o cambiaba. Arturo no sabía que había hecho para recibir tal regalo, lo usaría todos los días como la prenda más cara y grata de su vestir.



El año del Centenario iba a traerles felicidad. Se aproximaba el gran sueño de Arturo, el gran día. Había enviado una carta a don  Juan, padre de María, pidiendo permiso para que recibiera a su padre el 24 de marzo. ¿Para qué? Pedir formalmente la mano de María para su hijo. Así se lo dijo Arturo a María: “Puede que cuando vea que mi pobre viejo de luenga y cana barba vaya a pedir tu mano virgen y casta para mi, siquiera tenga compasión de tu pobre negro y lo miren con mejores ojos”. Y todo habrás salido bien porque el 3 de abril de 1910 Arturo le escribió en una postal a María “tu novio que jamás te olvida”. La expresión “tu novio” nos dice que la mano de María le fue concedida.
¿Qué habrá ocurrido después? El hecho que más de un siglo después, las postales que ambos intercambiaron, se conserven juntas, nos deja pensar que nuestro romance del Centenario tuvo final feliz. ¿Podremos decir que se cumplió lo que ambos dejaron por escrito?:
“Ni aún la muerte podrá borrar ese raudal inmenso de ternuras que infiltró mi corazón al impulso de tus caricias i de tus besos ardientes” María Alsina, 1 de septiembre de 1907
“Con la ausencia y la distancia, el amor que te tengo cada vez más se agranda y siento que se hace imperecedero” Arturo Lancelle, 8 de mayo de 1908

Guada Aballe