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LA ASISTENCIA PUBLICA Y LA HIGIENE


Una de las grandes preocupaciones de la Asistencia Pública a comienzos del siglo XX era el mantenimiento adecuado de la higiene.
Tarea nada fácil en aquellos días. Los aspectos vinculados con la desinfección y saneamiento eran complicados pero veamos como se hacían cargo de la situación:
Si recibían la denuncia de un “caso infeccioso” la oficina central enviaba a un inspector a investigar el hecho para que a la vez dispusiera de las medidas adecuadas.
La cuadrilla luego asistía al lugar, lo desinfectaba y retiraba ropas para enviarlas a las estaciones sanitarias. A esas estaciones las ambulancias llevaban las ropas y las introducían en una estufa de desinfección (las cuales funcionaban a más de 115º). Salían de esas calderas ya desinfectadas para ser llevadas a otra habitación y así otra ambulancia podía transportarlas.
Las instalaciones de la Asistencia Pública también contaban con cámaras de desinfección a formol para los elementos que no podían ser sometidos a altas temperaturas.
Había estaciones sanitarias en Belgrano, la Boca, Barracas, Flores Norte y flores Sur (y un Parque Sanitario en San José 1536). Cada una estaba a cargo de un administrador, un inspector y un auxiliar. Cada una tenía dos cuadrillas fijas. El personal de desinfección estaba compuesto por veinte cuadrillas (que iban a domicilio). En un gran plano de Buenos Aires marcaban los casos infecciosos con alfileres blancos y los fatales con negros.
Otro desafío eran las ratas. Para ello la Asistencia Pública tenía destinada una brigada de empleados para combatir a los roedores.
Se valían de dos aparatos Marot, automóviles de desinfección y saneamiento; dos vehículos a tracción animal, seis aparatos Hartmann para desinfectar el agua, aparatos Gubba (suerte de batería de pulverizadores para exterminar ratas y hormigas). Para su trabajo contaban con cápsulas de anhídrido sulfuroso.
Responsables de los trabajos eran un jefe, dos inspectores, ocho capataces, ochenta trabajadores (subdivididos en veinte cuadrillas) No les faltaban perros ratoneros.
Los aparatos se guardaban en el Parque Sanitario de San José 1536.

Guada Aballe

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