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LA VIRUELA EN BUENOS AIRES


En abril de 1901 se detectaron diversos casos de viruela y fue necesaria la intervención de la Asistencia Pública.
Se trabajó con empeño y dedicación llegando a vacunar 100 personas por día entre niños y adultos.
Se visitaban asilos y conventillos, se vacunó en el edificio propio de la Asistencia y en los Hospitales San Roque (Ramos Mejía), Rawson Norte, Pirovano, de Flores, de la Boca, Corrales, Santa Lucía y San Bernardo.

Niños en la Asistencia Pública esperando ser vacunados.

Multaban a propietarios de conventillos que hacían caso omiso de las precisiones y diligencias higiénicas indicadas por la Asistencia.



Las precisiones eran las siguientes:
“La cuadrilla que se presente en la casa infectada deberá lavar los pisos en toda la extensión que sea posible; si hay alfombras, cortinas, etc; deberá sacarlas y enviarlas a la estufa para ser desinfectadas.
Toda ropa sucia será puesta en una tina o recipiente (que no sea de metal) con una solución de bicloruro de mercurio al 1º/oo.
Siempre que se pueda, se sacará todo mueble u objeto que no sea necesario en la habitación del enfermo, lavándolo, antes de sacarlo, con una solución de bicloruro de mercurio.
Las letrinas de pozo se desinfectarán con una lechada de cal; las de cloacas con una solución de sulfato de cobre al 20º/oo, o con soluciones fuertes de bicloruro de mercurio aciduladas.
La persona que está encargada del cuidado del enfermo, desinfectará con una solución de bicloruro de mercurio el piso, todos los días, mañana y tarde, con estropajo para no levantar el polvo, pues éste disemina los gérmenes en el aire y favorece el contagio.
En los casos de viruela y escarlatina, se proveerá a los enfermos de vaselina boricada, y en cuanto el enfermo empiece a descamar su piel, se le untará con dicha vaselina por la noche y al día siguiente se dará un baño de tibia.
La persona que asiste al enfermo se lavará con jabón y cepillo las manos, y las mojará en la solución de bicloruro de mercurio al 1º/oo.
Ningún enfermero o cuidador deberá permanecer constantemente en la pieza del enfermo, siendo conveniente que salga de cuando en cuando, y que no coma ni beba en ella.
Terminada la enfermedad, se procederá a la desinfección completa del local donde estuvo el enfermo"
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Fuente: Caras y Caretas, 27 de abril de 1901

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