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LAS VISITAS Y LOS BUENOS MODALES


¿Cómo debían hacerse las visitas en la sociedad porteña de la década del 10? ¿Qué normas de cortesía se respetaban? Aquí va una serie de curiosidades:
Las visitas de confianza (exceptuando las de negocios) se hacían de noche o entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde, siendo preferible en el caso que hubiese mucha confianza el horario de doce a una y de tres a cuatro. En casos justificados las visitas de poca confianza se podían realizar de noche.
Visitas de etiqueta o personas de poca confianza se hacían entre las doce y las cuatro de la tarde, prefiriéndose los siguientes horarios: de una a tres visitas de presentación, ceremonia y etiqueta; de doce a una y de tres a cuatro para la gente de poca confianza.
No era bien visto visitar a una persona que vivía de una profesión en las horas de trabajo si el objeto de la visita no estaba relacionado con la actividad de esa persona.
Se consideraba fuera de lugar a toda visita realizada antes del almuerzo excepto que tuviera como fin tratar un negocio urgente. Se decía que la mañana estaba destinada al arreglo de las personas y de la casa. Por supuesto no era recomendado hacer visitas a la hora de comer ni siquiera entre amigos de confianza.
La visita de presentación debía durar de quince a veinte minutos pudiendo extenderse hasta tres cuartos de hora en el caso de existir una cierta confianza en la casa donde es recibido pudiéndose llegar a prolongar unos diez minutos más.
Si al llegar a una casa se encontraba a la familia en reunión o pronta a salir había que retirarse discretamente, en el caso de haber sido visto e invitado a entrar se debía permanecer un corto plazo y luego retirarse.
Si una amistad debía visita y ocurría que perdía algún familiar o le sucedía un hecho desafortunado, se le hacía la visita de duelo o sentimiento sin tener en cuanta la visita que debía. Las visitas de duelo no se devolvían. Las visitas de agradecimiento tampoco salvo casos excepcionales.
Tampoco se devolvían las visitas de cumpleaños pero estaba la obligación de visitar a quien se hubiese acercado a felicitar cuando esa persona cumpliese años.
En caso de duelo podían permanecer a la hora de sentarse a la mesa solamente aquellos parientes y amigos de mayor intimidad en casos indispensables. Si la familia era corta y con pocas relaciones podían tenerse en cuenta familiares y amigos menos cercanos.
Las personas mayores no estaban en obligación de devolver las visitas que recibían de los jóvenes que no habían completado su educación o de aquellos que habían alcanzado una posición social aceptable.
No era costumbre llevar a los niños a las visitas.
Los deudos no recibían personalmente las visitas de duelo durante los primeros ocho días de la pérdida del familiar, se estilaba que los deudos pasaran los primeros ocho días junto a sus parientes más cercanos o amigos íntimos. Pasado el término solían recibir a las personas de mayor confianza.

Guada Aballe


1 comentario:

Vanesa. dijo...

Excelente informe, Guada...Y ahbía también días de visita. En las famosas "guias sociales" que se publicaban en la época, se detallaban los días en que las señoras aristocráticas recibían y estaba muy mal visto visitar fuera de esos días si no se tenía confianza con la familia en cuestión.

La revista P.B.T publicó durante un tiempo estos días y horarios de visita.